Estado frágil y estable

Estado frágil y estable. Relación con pobreza e ingobernabilidad

El Estado es el principal responsable del bienestar y los derechos de los habitantes de su territorio . Sin embargo, cuando el Estado se encuentra atrapado en conflictos internos o carece de autoridad, estabilidad, capacidad y sistemas de gobierno o legitimidad, o cualquier combinación de éstos, el bienestar y los derechos de sus ciudadanos pueden verse seriamente comprometidos.

Donde el gobierno no puede ejercer control político sobre su territorio, es incapaz de desempeñar sus funciones básicas (como la recaudación de impuestos, impartir justicia o realizar la provisión de infraestructuras y servicios públicos como sanidad y educación) o que no es capaz de asegurar las necesidades básicas de la población, como la seguridad o el acceso al agua y la alimentación ya hablamos de estados frágiles. Suelen estar acompañados de altos niveles de corrupción, inestabilidad política y violencia más o menos constante.

Son Estados que no se encuentran al borde del colapso, y que incluso son fuertes en diversos aspectos (como Indonesia, Brasil o Nigeria), pero en los que, sin embargo, hay una incapacidad de operar en determinadas áreas geográficas y sociales. En otros casos el Estado es operativo (Colombia) pero deja espacios que son ocupados por grupos que fijan sus reglas, imponen su sistema coercitivo y organizan socialmente a grupos de ciudadanos.

Los conflictos son una de las principales razones que hacen que los países se deslicen a una situación de fragilidad, pues entrañan altos costos en cuanto a pérdida de vidas y daños materiales, reducen el crecimiento e incrementan la pobreza. El estado frágil contiene un nuevo significado de la pobreza y de la seguridad 

La respuesta a esta fragilidad se ha convertido en un elemento cada vez más importante en las intervenciones humanitarias internacionales. 

En particular, las instituciones económicas y políticas mundiales han identificado a los Estados frágiles como objetivos fundamentales en la recepción de determinados tipos de ayuda.

De hecho un porcentaje creciente de la ayuda de los principales donantes están destinado a los estados frágiles afectados por conflictos; ya sea por la percepción de que estos países podrían dar cobertura a fundamentalistas religiosos o elementos criminales, o por el miedo al contagio regional de los conflictos.

Esto denota la nueva voluntad por parte de de los países desarrollados y en especial occidente, por implicarse en la mejora de entidades estatales débiles. Numerosos países desarrollaron políticas de contención de los Estados frágiles para que no convirtieran en Estados fallidos. En 2002, la Estrategia de seguridad nacional presentada por el presidente Bush convirtió dicha contención en una de sus prioridades, en el marco de una política que, hace claramente hincapié en la amenaza terrorista. La Unión Europea, por

su parte, propuso un acercamiento fundamentado en el concepto de seguridad humana, que se dirigiese particularmente a los Estados frágiles.

Los Estados frágiles son los más alejados con respecto a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de la Organización de las Naciones Unidas, que incluyen reducir a la mitad la pobreza crónica para el año 2015. La pobreza mundial y y todos sus elementos negativos asociados están concentrados y representados en los estados frágiles. Los estados frágiles no son sólo un obstáculo para la reducción de la pobreza global, también son una fuente de inestabilidad internacional.

La ausencia de contrapoderes en el territorio no gobernado significa que las economías internacionales en la sombra pueden operar libremente. De manera más general, aunque la pobreza no causa el terrorismo, puede proporcionar una base para reclutar y una justificación de la violencia. En lo que se refiere a la cohesión social nacional, las crisis en los países inestables son capaces de provocar corrientes de refugiados espontáneos y demandantes de asilo.

Además acrecienta el riesgo de generar al interior de sus fronteras zonas o espacios en los cuales la ley no se aplica o se aplica deficiente o defectuosamente. En este sentido, estos espacios sin ley han sido asociados directamente al aprovechamiento de los mismos por grupos violentos como zonas de protección, de planificación y de organización (el caso afgano, somalí y sudanés constituyen los mejores ejemplos).

No obstante, los espacios sin ley no solo deben ser asociados al actual fenómeno del terrorismo internacional. 

En la medida en que contienen un gran número de los pobres crónicos del mundo, si no se hace algo para promover estados más eficaces no tendremos esperanza de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. No habrá esperanza de aliviar la pobreza absoluta.

Actualmente se resalta la necesidad de tratar los conflictos de los Estados frágiles de manera preventiva y por medios civiles, en lugar de implicarse en ellos tras su estallido, que es cuando los medios militares aparecen como el único instrumento viable. 

La gravedad del problema requiere que se tome en serio los estados frágiles, especialmente por el papel esencial que desempeñan en el orden internacional. 

Eso supone, ante todo, una evaluación realista de lo que pueden hacer los gobiernos, particularmente en los países pobres, dadas las circunstancias internacionales actuales, seguida de un conjunto de modalidades y estrategias de intervenciones que ataquen a las causas reales de las deficiencias que preocupan a la comunidad internacional, en especial en materia de las políticas de ayuda humanitaria y para el desarrollo.

Sin embargo, a pesar de una retórica alarmista sobre estos Estados, el compromiso concreto de la Comunidad Internacional se mantiene muy por debajo de las necesidades requeridas.

Este área de actuación exige un compromiso decidido, reflexivo y responsable que ponga  bienestar humano en la primera línea de actuación.