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viernes, 1 de agosto de 2014

EL USO PERMITIDO DE LA FUERZA. KOSOVO (IX)

CONCLUSIONES
La guerra de Kosovo fue la primera y única (por ahora)  intervención militar de la Unión Europea, con EE UU y bajo su liderazgo, en el área de influencia europea desde la Segunda Guerra Mundial.
La intervención nació, como hemos visto hasta ahora, por varios fenómenos: el sentimiento entre la ciudadanía europea de que algo debía hacerse, la situación en los Balcanes, que acumulaba fracaso tras fracaso, o la determinación del Gobierno Clinton.
La intervención, además, se limitó a la intervención aérea, mediante los intensos y perseverantes bombardeos aéreos, con la intervención terrestre que conllevaron los inevitables "daños colaterales" (como el ataque a un convoy de refugiados al ser confundidos con una columna de blindados por parte de los aviones de la OTAN en el que fallecieron 50 refugiados o el bombardeo de la embajada de China que mató a tres funcionarios chinos), no buscados o producto del error, que llegaron a ensombrecer la limpieza o justificación de la operación.
La intervención, finalmente, fue el último recurso tras agotarse un sinfín de exhaustivos esfuerzos diplomáticos, que incluyeron contactos bilaterales, giras multilaterales e iniciativas de todo tipo.
Kosovo representó desde el punto de vista del derecho internacional un intermedio entre la guerra del Golfo de 1991 -que contó con la autorización previa del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas-, y la de la Guerra de Irak de 2003, que careció de toda apoyatura legal.

La intervención de la OTAN supuso el comienzo de una nueva etapa, con la creación de un nuevo Tribunal Penal Internacional; evidenció la necesidad de un Alto Representante para la política exterior y de seguridad común europea, "míster PESC";  la creación de una Fuerza de Reacción Rápida, con un mínimo de 50.000 tropas disponibles y fue la primera gran intervención armada orquestada sobre el principio de la "injerencia humanitaria”.
Actualmente el uso de la fuerza de manera “legal” o permitida cada vez está más a la orden del día.
Desde que se aprobó  la resolución 688 de 1991 de la ONU, esta ha sido “invocada” para actuaciones militares en defensa de los Derechos Humanos, por lo impreciso de su formulación.
Es por ello que un sector se apoya en la misma para legalizar el usos de la fuerza, mientras que otro afirma que lo que reconoce es un derecho de asistencia para los estados y las organizaciones humanitarias y la obligación de Irak de no rehusar tal asistencia. .
En resumen, lo que indica esta resolución es la existencia de un derecho de asistir, del que son titulares tanto los Estados como las ONG´s , pero no indica el uso de la fuerza.
Y señalo este punto por enlazarlo, por ejemplo con la intervención en Libia. 
Establezcamos el contexto , marcado por un conjunto de rebeliones civiles inéditas en el Magreb y Oriente Próximo que han causado lo que parecía imposible: los regímenes de Túnez y Egipto caen y se tambalean en Yemen y Bahrein, mientras las protestas de una juventud harta de represión, falta de futuro e hipocresía se suceden en Argelia, Marruecos, Jordania, Irak...y en Siria donde directamente los manifestantes son ametrallados. Y mientras la comunidad internacional se sentaba a mirar. 
En Libia todo fue sido distinto desde el principio. Tras semanas de lucha y de bombardeos aéreos sobre los rebeldes, el Consejo de Seguridad de la ONU emite la resolución 1.973, que legitima la imposición de una zona de exclusión aérea en el país para evitar que el régimen ataque a sus propios ciudadanos. Esto es seguido de una campaña aérea.
Para quienes ven en esta acción un ataque, puede parecer que los mismos solo sólo  son desarrollados por una necesidad de controlar el flujo de petroleo. La ecuación es la siguiente: inestabilidad en Libia + descenso de su producción petrolífera igual a aumento del precio del carburante.
Pero no se puede limitar esta causa a un monotema, eso es tergiversarla demasiado. A ello hemos de sumar  que el Statu Quo vigente en esa orilla del Mediterráneo durante décadas da muestras de un agotamiento severo. El ciclo de revueltas árabes, tal vez tratan de limitar el impacto de las revueltas populares en los países de la zona, que "todo cambie para que nada cambie". El caso es que  estas revueltas no necesitaron  ayuda extranjera, y esto crea un precedente
¿Por qué Francia y Reino Unido se han dado tanta prisa en liderar los ataques? Tal vez porque la revolución en Túnez y Egipto les pilló con la guardia baja. El dictador Ben Ali y Mubarak eran socios estratégicos,.. Tal vez Francia y Reino Unido buscan un nuevo socio en la zona, y unos rebeldes agradecidos por el apoyo recibido en su lucha, instalados en un nuevo gobierno sean más susceptibles a jugosos contratos petrolíferos.
En los medios de comunicación se simplifica todo: a un lado estaban los "buenos",  al otro "los malos",  y  por el otro la coalición internacional,  que llega en el momento justo para evitar una masacre, cuando los blindados del régimen libio estaban a las puertas de Bengasi, capital de los sublevados.
En este guión resulta que "los malos" estaban liderados por un villano de película. El coronel Gadafi, en el poder desde hace 42 años, que pasó de enemigo mundial patrocinador del terrorismo en los 80, a dictadorzuelo pintoresco en la última década, incluso a “amigo” de más de un Estado europeo.
Los derechos humanos, una bandera que muchos usan levantándola con fuerza también necesitan de protección en muchos lugares, como el Congo, Colombia, ...y también se necesitaban en Libia, incluso cuando la UE vendía armas al régimen.

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