CONCLUSIONES
La guerra de Kosovo fue la primera y única (por ahora) intervención militar de
la Unión Europea, con EE UU y bajo su liderazgo, en el área de influencia
europea desde la Segunda Guerra Mundial.
La intervención nació, como hemos visto hasta ahora, por varios
fenómenos: el sentimiento entre la ciudadanía europea de que algo debía
hacerse, la situación en los Balcanes, que acumulaba fracaso tras fracaso, o la
determinación del Gobierno Clinton.
La intervención, además, se limitó a la intervención aérea,
mediante los intensos y perseverantes bombardeos aéreos, con la intervención
terrestre que conllevaron los inevitables "daños colaterales" (como
el ataque a un convoy de refugiados al ser confundidos con una columna de
blindados por parte de los aviones de la OTAN en el que fallecieron 50
refugiados o el bombardeo de la embajada de China que mató a tres funcionarios
chinos), no buscados o producto del error, que llegaron a ensombrecer la
limpieza o justificación de la operación.
La intervención, finalmente, fue el último recurso tras agotarse
un sinfín de exhaustivos esfuerzos diplomáticos, que incluyeron contactos
bilaterales, giras multilaterales e iniciativas de todo tipo.
Kosovo representó desde el punto de vista del derecho
internacional un intermedio entre la guerra del Golfo de 1991 -que contó con la
autorización previa del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas-, y la de la
Guerra de Irak de 2003, que careció de toda apoyatura legal.
La intervención de la OTAN supuso el comienzo de una nueva etapa,
con la creación de un nuevo Tribunal Penal Internacional; evidenció la
necesidad de un Alto Representante para la política exterior y de seguridad
común europea, "míster PESC";
la creación de una Fuerza de Reacción Rápida, con un mínimo de 50.000
tropas disponibles y fue la primera gran intervención armada orquestada sobre
el principio de la "injerencia humanitaria”.
Actualmente
el uso de la fuerza de manera “legal” o permitida cada vez está más a la orden
del día.
Desde
que se aprobó la resolución 688 de 1991
de la ONU, esta ha sido “invocada” para actuaciones militares en defensa de los
Derechos Humanos, por lo impreciso de su formulación.
Es
por ello que un sector se apoya en la misma para legalizar el usos de la
fuerza, mientras que otro afirma que lo que reconoce es un derecho de
asistencia para los estados y las organizaciones humanitarias y la obligación
de Irak de no rehusar tal asistencia. .
En
resumen, lo que indica esta resolución es la existencia de un derecho de asistir,
del que son titulares tanto los Estados como las ONG´s , pero no indica el uso
de la fuerza.
Y
señalo este punto por enlazarlo, por ejemplo con la intervención en Libia.
Establezcamos
el contexto , marcado por un conjunto de rebeliones civiles inéditas en el
Magreb y Oriente Próximo que han causado lo que parecía imposible: los
regímenes de Túnez y Egipto caen y se tambalean en Yemen y Bahrein, mientras
las protestas de una juventud harta de represión, falta de futuro e hipocresía
se suceden en Argelia, Marruecos, Jordania, Irak...y en Siria donde directamente los manifestantes son
ametrallados. Y mientras la comunidad internacional se sentaba a mirar.
En Libia
todo fue sido distinto desde el principio. Tras semanas de lucha y de bombardeos
aéreos sobre los rebeldes, el Consejo de Seguridad de la ONU emite la
resolución 1.973, que legitima la imposición de una zona de exclusión aérea en
el país para evitar que el régimen ataque a sus propios ciudadanos. Esto es
seguido de una campaña aérea.
Para quienes ven en esta
acción un ataque, puede parecer que los mismos solo sólo son desarrollados por una necesidad de
controlar el flujo de
petroleo. La ecuación es la siguiente: inestabilidad en Libia + descenso de su
producción petrolífera igual a aumento del precio del carburante.
Pero no se
puede limitar esta causa a un monotema, eso es tergiversarla demasiado. A ello
hemos de sumar que el Statu Quo vigente
en esa orilla del Mediterráneo durante décadas da muestras de un agotamiento severo. El ciclo de revueltas árabes, tal vez tratan de
limitar el impacto de las revueltas populares en los países de la zona, que
"todo cambie para que nada cambie". El caso es que estas revueltas no necesitaron ayuda extranjera, y esto crea un precedente
¿Por qué
Francia y Reino Unido se han dado tanta prisa en liderar los ataques? Tal vez
porque la revolución en Túnez y Egipto les pilló con la guardia baja. El
dictador Ben Ali y Mubarak eran socios estratégicos,.. Tal vez Francia y Reino
Unido buscan un nuevo socio en la zona, y unos rebeldes agradecidos por el
apoyo recibido en su lucha, instalados en un nuevo gobierno sean más
susceptibles a jugosos contratos petrolíferos.
En los
medios de comunicación se simplifica todo: a un lado estaban los
"buenos", al otro "los
malos", y por el otro la coalición internacional, que llega en el momento justo para evitar una
masacre, cuando los blindados del régimen libio estaban a las puertas de
Bengasi, capital de los sublevados.
En este
guión resulta que "los malos" estaban liderados por un villano de
película. El coronel Gadafi, en el poder desde hace 42 años, que pasó de
enemigo mundial patrocinador del terrorismo en los 80, a dictadorzuelo
pintoresco en la última década, incluso a “amigo” de más de un Estado europeo.
Los derechos
humanos, una bandera que muchos usan levantándola con fuerza también necesitan de protección en muchos lugares, como el Congo,
Colombia, ...y también se necesitaban en Libia, incluso cuando la UE vendía armas al régimen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario